miércoles, 27 de diciembre de 2023

Silvia Rivera Cusicanqui: pensar y habitar el borde

 


Hace muchos años que no hago una entrada en el blog. Pero de golpe, el concepto de borde me interpela y me mueve a escribir y pensar. Es así que en esta entrada, me interesa hablar de Silvia Rivera Cusicanqui. Conocí a la autora, en plena pandemia, en una bella cátedra de UNSAM, autodenominada epistemologías y otras formas de conocer. 

Inicialmente, me asomé a su pensamiento con un documental de Canal Encuentro: “Historias debidas VIII: Silvia Rivera Cusicanqui”. No conocía la autora, pero su pensamiento me atrajo como un imán.  La entrevista me pareció imperdible de principio a fin y todos los conceptos me impactaron, pero cuatro de ellos quedaron resonando como categorías para seguir elaborando. Uno de ellos es el concepto de Ch´ixi:

“La palabra ch’ixi tiene diversas connotaciones: es un color producto de la yuxtaposición, en pequeños puntos o manchas, de dos colores opuestos o contrastados: el blanco y el negro, el rojo y el verde, etc. Es ese gris jaspeado resultante de la mezcla imperceptible del blanco y el negro, que se confunden para la percepción sin nunca mezclarse del todo. La noción ch’ixi, como muchas otras (allqa, ayni) obedece a la idea aymara de algo que es y no es a la vez, es decir, a la lógica del tercero incluido” (Cusicanqui, 2020, p. 69)

Este concepto de Ch´ixi la se enraizaba en la manera en que Silvia se autodenomina “birchola” para definir su identidad como una “señora que quiere ser chola”. En este término aparece una manera construir su historia, una reflexión sobre el mestizaje y la posibilidad de encontrar no un lugar dicotómico, sino un espacio de integración. Una deconstrucción de su propia subjetividad.  

La segunda idea fuerza que me atrajo, fue la noción de colonialismo interno que Silvia remarca en la entrevista. Para Silvia, existe una valorización de lo europeo y desvalorización de lo propio como forma de dominación que va más allá de la economía y que nos configura en todos los ámbitos de la vida y que abarca desde la manera de alimentarnos hasta como concebimos el conocimiento. Por eso a Silvia reconoce como necesario una pedagogía de la descolonización. La noción inicial que tomé de colonialismo interno y pedagogía de la descolonización de Silvia, me remitió a la importancia de generar entornos integrados de aprendizajes que como un ch’ixi nos permitan mezclarnos sin borrarnos para aprender. 

La tercera idea fuerza que tomé de la entrevista fueron los horizontes emancipadores. Frente a la pregunta de ¿Dónde ves horizontes emancipadores? Silvia los ve en los fragmentos. Defiende el fragmento porque es una búsqueda del aquí y ahora, en un entorno concreto. Considera que hoy, hay búsqueda de microespacios de resistencias en diferentes espacios planetarios y observa en esos fragmentos y en su diversidad, una fuerza emancipadora.

Cierro volviendo a la pregunta sobre el borde. El pensamiento de Silvia es un pensar/habitar el borde desde el mestizaje. Ella remarca los bordes, no los niega, los reconoce como constitutivos y necesarios a las identidades y subjetividades, pero los habita, los ensancha en un recorrido propio y subjetivo y propone categorías como las de Ch´ixi que apelan a la construcción de un “tejido que entrelaza -metafóricamente- los opuestos de la trama”.

domingo, 23 de abril de 2017

La pregunta sobre el borde

Mientras escribo una y otra vez las entradas de este blog me interrogo: ¿Qué hay en los bordes que despierta tanta fascinación? ¿Cuáles son las preguntas o los espacios de apertura en los que el concepto abre mi deseo para habilitarme a incursionar? Creo que esta respuesta tiene para mí muchos ejes de posibilidad:

En primer lugar considero que transitar los bordes de un campo profesional siempre está ligado a una propuesta de innovación. Una suerte de desobediencia disciplinar que se liga a una destrucción creativa. Realizar experiencia en el borde del campo profesional siempre implica un expandir los límites del propio conocimiento, un andar un camino nuevo, un necesario proceso de realizar preguntas nuevas para las cuales no hay respuestas ni certezas. Y en el andar ese proceso es donde se hace lugar a lo nuevo, a aquello del orden de lo no previsto, de lo creativo.

Los bordes pueden pensarse también, como un marco para agrupar herramientas teóricas y metodológicas para la acción sin necesidad de separar tajantemente las categorías. En el borde y desde los bordes podemos pensarnos y pensar de manera compleja, integrarnos en nuestro análisis, operar y crear herramientas metodológicas sin la celosa vigilancia de las disciplinas enfocándonos en la resolución de los verdaderos problemas. Desde los bordes se produce nuevo conocimiento que no se replica por imitación sobre métodos o campos de certezas porque no hay caminos transitados que copiar, sino que se exige una rigurosa reflexión sobre la práctica, sostenido en una amplia y flexible formación que permita hacer emerger nuevo  conocimiento en equipos amplios y diversos.    

Finalmente y no menos importante, el borde puede ser una posibilidad de resistencia ante toda propuesta dicotómica, ante toda situación donde el poder se ejerce aparentemente sin fisuras de manera vertical. Transitar los bordes es aquí una línea de fuga para la acción, una manera de encontrar la fractura. El borde es así otra forma de construcción. Desde aquí, los bordes abren perspectivas de resistencia, tejen  tramas de solidaridad, construyen caminos no previstos a las lógicas cerradas hacia un punto.

La pregunta sobre el borde tiene indudablemente muchos ejes de posibilidad, he propuesto aquí solo tres invitaciones que por sí misma, valen la pena transitar. 

jueves, 6 de abril de 2017

Aprendizajes sobre bordes y recreos en sala de dos

Hace unos años, cursando una Maestría en Educación, Lenguajes y Medios en UNSAM, llamó mi atención el espacio de los recreos escolares como lugares intersticiales donde es posible reconocer una cultura infantil y un espacio de aprendizaje sumamente rico al igual que el salón de clases. No sé cómo llegué al recreo como objeto de estudio, quizás por ser esa zona de borde que parece separar un espacio donde se aprende de un espacio donde no se aprende y solo se juega. Quizás, por mi práctica de observar esos lugares de cruces, de frontera, donde por lo general no se mira y tengo la costumbre de mirar. Quizás por mi vinculación entre el placer y el estudio…pero así llegué, sin mucho sentido, o con todo el sentido,  a interesarme por los recreos.

La primera invitación fue un Seminario de Pedagogía y Cultura, que me convidó a mirar fotografías de recreos en diferentes momentos históricos. Allí, a través del lenguaje epocal de las imágenes me detuve a reconocer  instantáneas  de recreos  a  principios del siglo XX, promediando el siglo XX y un último momento que proponía mirar una imagen de un recreo en el siglo XXI.  En ese detenerme a observar las fotografías, fue interesante reconocer sentidos y contrasentidos de los niños y las niñas en los recreos que cuestionaban el  determinismo de las representaciones estereotipadas de la infancia para interrogarme sobre la capacidad de voz activa y agenciamiento de los niños en el recreo como un espacio vivo de aprendizaje.

Con la tenacidad que me caracteriza, mi interés por el recreo permaneció a lo largo de toda la maestría, y el segundo acercamiento lo realicé en un Seminario de Comunicación en la Prácticas Socioculturales. Allí, el nuevo convite fue una realizar una observación etnográfica sobre un espacio de recreo en un espacio intersticial en educación superior en la cual doy clases hace muchos años. La práctica de detenerme a mirar un espacio mil veces transitado, de parar a escribir los mínimos detalles, de anotar en la bitácora todo lo que sucedía en cada espacio intersticial de cruce entre asignaturas, fue significativa en un volver a ver una institución y unos estudiantes de otra manera. Ese espacio intersticial se presentaba como un gran relato sobre los jóvenes que allí lo habitaba y sobre sus prácticas socioculturales en un espacio por lo general no visto.

Tres años después,  maravillosamente la vida me puso en patio de una bella escuela pública, observando otro “recreo”. Mis ojos ya no eran los mismos que observaban las fotografías de época como analista, ni aquellos que realizaban la observación etnográfica en la universidad con una mirada antropológica. Estaba acompañando a mi hijo en su proceso de adaptación en sala de dos. Ese mirar que no es ajeno a la emoción, y que quizás por eso lo vuelve más bello. 

Y así, observando a los niños jugar en la adaptación de mi hijo en la sala de dos, descubrí un recreo como otro tipo de intersticio. Allí en los más pequeñitos de la escuela, observé como las fronteras entre el aula y el patio se diluían, como toda una institución puede ser para los niños un gran recreo.Claro está que existían bordes y límites que separaban un momento del otro, bordes necesarios para construir un proyecto pedagógico, marcar distinciones, matices, momentos grupales, pero los bordes eran permeables, comunicantes, permitían integrar docentes y niños, madres, padres, tías, abuelas en el proceso de adaptación. Eran bordes solidarios entre directivos e incluso docentes de otras aulas. Bordes que podían amoldarse a las necesidades y derechos de cada niño en su adaptación, modificándose y modificando a los actores que lo transitaban.

La experiencia de transitar ese borde de la institución que se ensanchó para dar espacio a la adaptación de los más chiquitos de la escuela, me llevó a reflexionar nuevamente sobre naturaleza de los bordes en las instituciones ya sean escolares o no, sobre su capacidad de flexibilizar sus bordes para dar cabida a procesos distintos que puedan cobijar y permitir crecer lo nuevo y lo bello. Quizás, solo quizás, todavía tengamos algunos aprendizajes pendientes de la salita de dos…

domingo, 1 de enero de 2017

1 de Enero


Hoy 

“Hoy no es el primer día del año para los mayas, los judíos, los árabes, los chinos y otros muchos habitantes de este mundo. La fecha fue inventada por Roma, la Roma imperial, y bendecida por la Roma vaticana, y resulta más bien exagerado decir que la humanidad entera celebra este cruce de la frontera de los años. 
Pero eso sí, hay que reconocerlo: el tiempo es bastante amable con nosotros, sus fugaces pasajeros, y nos da permiso para creer que hoy puede ser el primero de los días, y para querer que sea alegre como los colores de una verdulería”. 


Eduardo Galeano - Los hijos de los días.


jueves, 24 de noviembre de 2016

¿Cuál es la pauta que conecta? Gregory Bateson


Una de las preguntas que me llevó a estudiar la carrera de Comunicación Social cuando tenía 17 años era ¿cómo funciona la comunicación en y entre las especies? A esa temprana edad, intuía que existían algunos patrones, algunas claves de lecturas que nos conectaban entre las especies y con la naturaleza. Mucho más adelante comprendí, que la respuesta a esta pregunta no podía encontrarla en una sola disciplina, porque se trababa de una pregunta de frontera, que desafiaba a las propias disciplinas en sus límites.

Uno de los autores que arrimó bellas respuestas a algunos de mis interrogantes fue Gregory Bateson. Este brillante pensador que navegó en múltiples disciplinas, se había hecho la misma pregunta a mediados del siglo XX

Es por esto, que la invitación ahora es la lectura  de un  hermoso fragmento de la introducción al  Espíritu y naturaleza de Gregory Bateson donde se pregunta: “¿Cuál es la pauta que conecta a todas las criaturas vivientes?  ¿Qué pauta conecta al cangrejo con la langosta y a la orquídea con el narciso, y a los cuatro conmigo? ¿Y a mí contigo? ¿Y a nosotros seis con la ameba, en una dirección…?”

Les dejo el link al artículo y extraigo un párrafo del texto que nos conecta con el concepto de borde para seguir explorando”  “En verdad, para comenzar a pensar acerca de la pauta que conecta lo correcto es considerarla primordialmente (cualquiera sea el significado de esta palabra) como una danza de partes interactuantes, y sólo secundariamente fijada por diversas clases de límites físicos y por los límites que imponen de manera característica los organismos”



domingo, 9 de octubre de 2016

Las neuronas espejo nos conectan


Para pensar los bordes, ahora desde las neuronas espejo, un interesante artículo de Vilayanur Ramachandran director del Centro para el cerebro y la Cognición del Departamento de Psicología de la Universidad de San Diego. 

Les dejo un párrafo de la nota y el enlace completo para su lectura: 

“La neuronas espejo además de permitir transmitir el conocimiento mediante la imitación, son una suerte de enlace entre todos los seres humanos, según el científico. \"No existe un verdadero ser independiente, apartado de los otros seres humanos. Uno está conectado con los demás en realidad no mediante el Facebook o el Internet, uno está casi literalmente conectado con los demás por sus neuronas\"

http://www.sophimania.pe/ciencia/cerebro-y-neurociencias/la-humanidad-es-producto-de-las-neuronas-espejo/

jueves, 6 de octubre de 2016

0-1: Bordes y pares binarios


El pensamiento binario es básicamente dicotómico, navega  entre categorías mutuamente excluyentes: lo uno se opone a lo otro construyendo un sentido único, una representación de la realidad y del mundo. Abordar la binaridad implica analizar un problema de tipo epistemológico.

Nuestra vida cotidiana, la cultura, la vida cotidiana, la ciencia, la religión, están plagadas de pares binarios más o menos asimilados culturalmente: hombre- mujer, trabajo-placer,  cuerpo-mente, bueno-malo, urbano-rural, ciencias naturales-ciencias sociales, son solo algunos ejemplos de una construcción de sentidos de opuestos excluyentes que emergen de manera naturalizada.

Los esquemas binarios proponen un vínculo con bordes rígidos que configuran opuesto-semejantes porque construyen su diferencia en la oposición transformándose en semejantes al pensarse desde su opuesto. Al erigirse como y desde lo opuesto se mueven en una línea sin transformación siendo espejo de aquello mismo a lo cual se oponen.

La operación de la binarización implica un proceso totalizador, en cada uno de los polos del proceso se encuentra una respuesta abarcadora que se construye por diferencia y oposición. Desde esta perspectiva, los pares binarios generan un  proceso empobrecido que oculta la emergencia de la alteridad.

Para superar el pensamiento binario es necesario transcender una mirada dicotómica y enfrentada entre paradigmas y categorías y  proponer procesos que respondan más a una lógica rizomática que a un pensamiento unidireccional. En términos de Deleuze y Guattari: “el rizoma es un pensar desafiante al binarismo reduccionista de Occidente, por tanto es la aceptación de la multiplicidad, un devenir permanente que aboga por la transmutación de los espacios de sentidos reglamentados por una lectura unidireccional, líneas de huída para la conformación de nuevos agenciamientos en apertura permanente”. (Deleuze y Guattari, 2002).

El rizoma propone un pensamiento diferente al invitarnos a conectar dimensiones diversas en itinerarios no planificados. Allí es donde surge la posibilidad de que algo nuevo surja, en la conexión entre los diferentes. Y nuevamente llegamos a los bordes; el concepto de rizoma de Deleuze y Guattari vuelve a invitarnos a poner la mirada en esos “espacios de sentidos no reglamentados” donde es posible encontrar nuevos agenciamientos y posibilidades.


Entrada destacada

Sobre Bordes

Me anima a escribir este blog el concepto de borde. Hace mucho tiempo que me entusiasma, quizás porque creo que en él hay mucho más que una...