Hace unos años, cursando una Maestría en
Educación, Lenguajes y Medios en UNSAM, llamó mi atención el espacio de los
recreos escolares como lugares intersticiales donde es posible reconocer una
cultura infantil y un espacio de aprendizaje sumamente rico al igual que el
salón de clases. No sé cómo llegué al recreo como objeto de estudio, quizás por
ser esa zona de borde que parece separar un espacio donde se aprende de un
espacio donde no se aprende y solo se juega. Quizás, por mi práctica de
observar esos lugares de cruces, de frontera, donde por lo general no se mira y
tengo la costumbre de mirar. Quizás por mi vinculación entre el placer y el
estudio…pero así llegué, sin mucho sentido, o con todo el sentido, a interesarme por los recreos.
La primera invitación fue un Seminario de
Pedagogía y Cultura, que me convidó a mirar fotografías de recreos en diferentes
momentos históricos. Allí, a través del lenguaje epocal de las imágenes me detuve
a reconocer instantáneas de recreos
a principios del siglo XX, promediando
el siglo XX y un último momento que proponía mirar una imagen de un recreo en
el siglo XXI. En ese detenerme a observar
las fotografías, fue interesante reconocer sentidos y contrasentidos de los
niños y las niñas en los recreos que cuestionaban el determinismo de las representaciones
estereotipadas de la infancia para interrogarme sobre la capacidad de voz
activa y agenciamiento de los niños en el recreo como un espacio vivo de
aprendizaje.
Con la tenacidad que me caracteriza, mi interés
por el recreo permaneció a lo largo de toda la maestría, y el segundo
acercamiento lo realicé en un Seminario de Comunicación en la Prácticas Socioculturales.
Allí, el nuevo convite fue una realizar una observación etnográfica sobre un
espacio de recreo en un espacio intersticial en educación superior en la cual doy
clases hace muchos años. La práctica de detenerme a mirar un espacio mil veces
transitado, de parar a escribir los mínimos detalles, de anotar en la bitácora todo
lo que sucedía en cada espacio intersticial de cruce entre asignaturas, fue
significativa en un volver a ver una institución y unos estudiantes de otra
manera. Ese espacio intersticial se presentaba como un gran relato sobre los
jóvenes que allí lo habitaba y sobre sus prácticas socioculturales en un
espacio por lo general no visto.
Tres años después, maravillosamente la vida me puso en patio de una
bella escuela pública, observando otro “recreo”. Mis ojos ya no eran los mismos
que observaban las fotografías de época como analista, ni aquellos que
realizaban la observación etnográfica en la universidad con una mirada
antropológica. Estaba acompañando a mi hijo en su proceso de adaptación en sala
de dos. Ese mirar que no es ajeno a la emoción, y que quizás por eso lo vuelve
más bello.
Y así, observando a los niños jugar en la adaptación de mi hijo en
la sala de dos, descubrí un recreo como otro tipo de intersticio. Allí en los
más pequeñitos de la escuela, observé como las fronteras entre el aula y el
patio se diluían, como toda una institución puede ser para los niños un gran
recreo.Claro está que existían bordes y límites que
separaban un momento del otro, bordes necesarios para construir un proyecto
pedagógico, marcar distinciones, matices, momentos grupales, pero los bordes eran
permeables, comunicantes, permitían integrar docentes y niños, madres, padres, tías,
abuelas en el proceso de adaptación. Eran bordes solidarios entre directivos e
incluso docentes de otras aulas. Bordes que podían amoldarse a las necesidades y
derechos de cada niño en su adaptación, modificándose y modificando a los
actores que lo transitaban.
La experiencia de transitar ese borde de la
institución que se ensanchó para dar espacio a la adaptación de los más
chiquitos de la escuela, me llevó a reflexionar nuevamente sobre naturaleza de los
bordes en las instituciones ya sean escolares o no, sobre su capacidad de
flexibilizar sus bordes para dar cabida a procesos distintos que puedan cobijar
y permitir crecer lo nuevo y lo bello. Quizás, solo quizás, todavía tengamos
algunos aprendizajes pendientes de la salita de dos…
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