jueves, 6 de octubre de 2016

0-1: Bordes y pares binarios


El pensamiento binario es básicamente dicotómico, navega  entre categorías mutuamente excluyentes: lo uno se opone a lo otro construyendo un sentido único, una representación de la realidad y del mundo. Abordar la binaridad implica analizar un problema de tipo epistemológico.

Nuestra vida cotidiana, la cultura, la vida cotidiana, la ciencia, la religión, están plagadas de pares binarios más o menos asimilados culturalmente: hombre- mujer, trabajo-placer,  cuerpo-mente, bueno-malo, urbano-rural, ciencias naturales-ciencias sociales, son solo algunos ejemplos de una construcción de sentidos de opuestos excluyentes que emergen de manera naturalizada.

Los esquemas binarios proponen un vínculo con bordes rígidos que configuran opuesto-semejantes porque construyen su diferencia en la oposición transformándose en semejantes al pensarse desde su opuesto. Al erigirse como y desde lo opuesto se mueven en una línea sin transformación siendo espejo de aquello mismo a lo cual se oponen.

La operación de la binarización implica un proceso totalizador, en cada uno de los polos del proceso se encuentra una respuesta abarcadora que se construye por diferencia y oposición. Desde esta perspectiva, los pares binarios generan un  proceso empobrecido que oculta la emergencia de la alteridad.

Para superar el pensamiento binario es necesario transcender una mirada dicotómica y enfrentada entre paradigmas y categorías y  proponer procesos que respondan más a una lógica rizomática que a un pensamiento unidireccional. En términos de Deleuze y Guattari: “el rizoma es un pensar desafiante al binarismo reduccionista de Occidente, por tanto es la aceptación de la multiplicidad, un devenir permanente que aboga por la transmutación de los espacios de sentidos reglamentados por una lectura unidireccional, líneas de huída para la conformación de nuevos agenciamientos en apertura permanente”. (Deleuze y Guattari, 2002).

El rizoma propone un pensamiento diferente al invitarnos a conectar dimensiones diversas en itinerarios no planificados. Allí es donde surge la posibilidad de que algo nuevo surja, en la conexión entre los diferentes. Y nuevamente llegamos a los bordes; el concepto de rizoma de Deleuze y Guattari vuelve a invitarnos a poner la mirada en esos “espacios de sentidos no reglamentados” donde es posible encontrar nuevos agenciamientos y posibilidades.


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