sábado, 27 de agosto de 2016

Primer Borde: La ciencia

Al pensar en bordes rápidamente viene a mi cabeza la razón de ser racionalizadora de la ciencia positivista. Una de las propuestas centrales de la ciencia clásica fue construir bordes. Bordes que separaran los dominios de la ciencia, las partículas elementales, los campos disciplinares. Bordes como fronteras,  que persiguen como única medida el control sobre los objetos. Bordes que se presentan como universales y absolutos. Bordes como amenazas, bordes como tajantes separaciones de objetos. Esta visión de la ciencia construyo una visión de  objetos aislados y separados por sus bordes como espacios ciegos. Bordes que tienen prohibido habitarse.
La medicina alopática es un claro ejemplo: cardiólogos, neurólogos, oftalmólogos, psiquiatras,  traumatólogos…un cuerpo escindido,  fragmentado, separado por objetos y sus bordes…salud y enfermedad….bordes que no se cuestionan, bordes que no se observan….disciplinas celosas de sus objetos que remarcan los bordes retomando el control de sus espacios. Seres humanos fragmentados a la mínima unidad, separados por bordes. 
Al decir esto viene a mi cabeza un nuevo borde: la idea de frontera. En términos simples, una frontera marca la división entre territorios. No obstante, todos los que hemos visitado alguna frontera internacional hemos visto que la frontera no es un límite, sino es espacio habitado rebosante de significado. Como es un espacio “no definido”, libre de territorialidad,  la frontera se presenta como abierta a “otras reglas”. La frontera entonces, no es una línea sino una franja de territorio.
La frontera con Bolivia, que une La Quiaca con Villazón es un claro ejemplo: cientos y cientos de hombres y mujeres transitan la frontera llevando enormes pesos de mercancía. De cada lado de la frontera, camiones cargan y descargan la mercadería. Una espacio "no visto", otras reglas… En el medio todo un universo, mujeres que cuentan historias, venden sus mercaderías, monos haciendo piruetas, turistas, comerciantes, niños, niñas. Un espacio que simbólicamente no es Bolivia ni Argentina; un espacio que geográficamente no cuenta…
El ejemplo de la frontera es un disparador para pensar en los bordes tradicionales de la ciencia clásica: los cientos de hombres, los monos, los turistas, los niños y las niñas serían invisibles bajo los ojos de la ciencia clásica…no existen, no se cuestionan, no son ni de unos ni de otros. Habitan en los bordes.

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