Botero "Equilibrista" |
Para habitar los
bordes se necesitan profesionales livianos de prejuicios y sólidos de
conocimientos para caminar con "otros diferentes” entre los intersticios,
las conexiones, las redes y los espacios donde se imbrican los saberes.
No se trata de la
tarea de un equilibrista, los bordes son espacios muy amplios. Es más bien, un
quehacer de un “conector”, de un profesional con capacidad de mirar el todo y
conectar las partes, con una gran tolerancia a la incertidumbre, abandonando la
verdad del conocimiento como principio totalizador.
En este punto, el
rol de la comunicación implica un unir saberes, un producir encuentros. Y es
justamente en la complejidad de esos encuentros donde aparece la necesidad del
comunicador de transgredir los límites disciplinares para construir nuevos
niveles de comprensión. Eduardo Vizer (2003) nos indica: “la comunicación puede
ser precisamente una perspectiva de interpretación que cruce los límites
disciplinarios y ayude a construir un metanivel de comprensión sobre la
realidad conflictiva y multidimensional de los procesos que se articulan en una
realidad dada”
En estos términos, habitar los bordes desde la comunicación implica aceptar que la complejidad inherente a la realidad no
puede ser abordada por un solo campo disciplinar y que requiere de
profesionales capaces de afrontar la transdisciplina y trasformarse
en sinfonía con la realidad que desean cambiar.
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