viernes, 16 de septiembre de 2016

Pensar la innovación desde la complejidad


Dos situaciones nos sirven de punto de partida para seguir pensado la innovación como proceso de borde. Dos situaciones que marcan los límites de una forma de pensar que ha sido característica en los abordajes de innovación en la ciencia.  Si bien son historias particulares que no pueden extenderse al universo de las prácticas de innovación para el desarrollo, son interesantes para invitarnos a la reflexión y al análisis de nuevas categorías conceptuales para abrir la innovación a su propia complejidad.

La primera la proporciona José Antonio López Cerezo (2008), en el artículo los “Los entornos de la innovación” a partir de relatar la historia de un fracaso científico del Instituto de Ciencia y Tecnología Nucleares de la Habana. El relato de López Cerezo versa sobre la implantación de una nueva variedad de frijoles propuesta por el Instituto como solución a una fuerte reducción en la variedad de mayor difusión y aceptación social de frijoles en la Habana por una plaga que afectaba a los cultivos. A partir de esta problemática, los científicos del Instituto desarrollaron una nueva variedad inmune a la plaga, que buscaba ser idéntica a la tradicional en todos los parámetros relevantes (color, peso, textura).  Pero cuando se inicia la etapa de comercialización, el resultado fue un rotundo fracaso. Los consumidores entendían  “que no sabían lo mismo” y optaba por no consumirla. 

La segunda experiencia sobre los efectos de un proceso de industrialización de tapices en un poblado rural, la aporta Paolo Mefalopulos y Chris Kamlongera (2008) en “Diseño participativo para una estrategia de comunicación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación”.  Ambos autores narran el caso de un proyecto de una organización internacional vinculada a la intensificación en la producción de tapices en una comunidad rural. En esta comunidad, los tapices y alfombras artesanales realizadas por los hombres eran el principal y único recurso económico del pueblo.

En este marco, una organización no gubernamental internacional identificó este poblado como un objetivo posible para su programa de contención de la pobreza. El programa estaba enfocado al género y fomentaba la generación de ingresos por parte de las mujeres. Después de un estudio de factibilidad, la organización no gubernamental identificó la producción mecanizada de tapices para las mujeres como el proyecto para la generación de ingresos. La organización inmediatamente proveyó los materiales para el desarrollo de una pequeña planta de producción industrial y capacitó a las mujeres del poblado. A partir de allí, hombres y  mujeres comenzaron a competir por un mercado limitado de tapices. Las mujeres con su capacitación y su maquinaria, produjeron un mayor número de ellos y los hombres pusieron fin al tejido de tapices ya que no podían competir con las mujeres y su nueva tecnología. Por su parte, las mujeres, al estar trabajando en la fábrica no podían atender sus tareas domésticas como era tradición y por consiguiente muchos aspectos en el poblado comenzaron a deteriorarse (por ejemplo se redujo el acceso al agua potable, dificultades en aspectos sanitarios, violencia familiar entre otros). Muy pronto, con el aumento de la producción, el mercado estuvo saturado, los precios comenzaron a bajar y por consiguiente el ingreso comenzó a empeorar rápidamente en el poblado.

Los casos narrados invitan a la reflexión de lo que Rosa María Alfaro (1993) retomando a Mattelart define como «la pérdida del sentido del otro» que suele estar presente en las conceptualizaciones tradicionales de innovación y en muchos proyectos de desarrollo.  El “olvido” sobre el gusto del consumidor –que no puede pesarse o medirse de acuerdo a las categorías clásicas- en el caso de López Cerezo o la imbricación de dimensiones presentes más allá de los indicadores económicos puestos en juego en el caso narrado por Mefalopulos y  Kamlongera.

Los casos muestran lo complejo de la realidad, y como la realidad se presenta en sistemas interconectados, solidarios entre sí,  más allá de nuestra creencia de pensarlos en términos separados y compartimentados. Desde esta perspectiva, se muestran las limitaciones de pensar la innovación en términos de linealidad y simplicidad.

En este punto es interesante retomar el concepto de autopoiesis de Maturana y Varela (1998) para pensar la innovación como autopoiética en la medida que puede entenderse como un proceso circular recursivo que se auto-produce y auto-reproduce dentro sus propios límites. El concepto de autopoiesis para pensar la innovación nos muestra los límites de los propios sistemas más allá del “empujón de la ciencia” o del “tirón de la demanda” y marca la necesidad de repensar el proceso como una construcción conjunta entre los diferentes actores involucrados que muestra sus limitaciones  dentro del propio sistema.

A partir de lo anterior, la innovación borra su secuencia en línea para mostrar toda su complejidad. La innovación es concebida como un proceso social de creación e intercambio de conocimientos  entre actores.  Nunca es producto de un proceso individual, siempre es resultado de una interacción con otros.

Pero el abordaje de la innovación desde un pensamiento complejo requiere indefectiblemente superar los límites disciplinares para pensar en procesos interdisciplinares y transdiciplinares capaces de construir nuevos niveles de comprensión.

En este punto la comunicación cobra un lugar central al facilitar los espacios de encuentro, al mostrar los bordes, los cruces donde puedan emergen los nuevos acuerdos. Eduardo Vizer reflexiona al respecto: «la comunicación puede ser precisamente una perspectiva de interpretación que cruce los límites disciplinarios y ayude a construir un metanivel de comprensión sobre la realidad conflictiva y multidimensional de los procesos que se articulan en una realidad dada» (Vizer, 2003: p.157).

Nuevamente la comunicación y los bordes aparecen ligados en la complejidad de los procesos de innovación, necesariamente van en pareja, la comunicación encuentra en los bordes un lugar donde habitar.


Bibliografía:
LOPEZ CEREZO, J (2004, abril). “Los entornos de la innovación” Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad. REDES: Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior. Año/Volumen 1. Nº 002 189-193. Buenos Aires. Volumen 002 de las páginas 189-193. Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/pdf/924/92410210.pdf
MEFALOPULOS, P y KAMLONGERA, C (2008) Diseño participativo para una estrategia de comunicación. (2ª ed.). Dirección de Investigación y Extensión Departamento de Ordenación de Recursos Naturales y Medio Ambiente Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Roma.  Edit. FAO.
VARELA, F. (1996) Conocer. Barcelona, España. Gedisa
VIZER, E (2003) La trama (in)visible de la vida social.: comunicación, sentido y realidad (1ª ed.). Buenos Aires. La Crujía

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

Sobre Bordes

Me anima a escribir este blog el concepto de borde. Hace mucho tiempo que me entusiasma, quizás porque creo que en él hay mucho más que una...