La comunicación desborda |
La comunicación
interna es para mí, una nueva oportunidad para pensar en bordes. Su
potencial transformador y aporte para el proyecto organizacional es a esta
altura indudable, sin embargo muchas veces permanece encorsetada en los bordes
recelosos de las estructuras y organigramas de las empresas e instituciones.
Los nombres asignados a las áreas de comunicación
interna, son un ejemplo de ello, Comunicación Interna, RR.HH, RR.PP, Relaciones
Laborales…categorías nominales que nos hablan de la manera en que las
organizaciones piensan la comunicación con sus públicos internos, con su gente.
Son justamente esos bordes los que marcan los límites entre estructuras, una
puerta de entrada que nos permiten analizar la manera de pensar y concebir la
comunicación de la propia organización. Los nombres de las áreas, la manera de
llamar a los trabajadores, la cantidad de recursos que asignan a comunicación, su
presupuesto, los profesionales que contratan, las dependencias en el
organigrama, las profesiones de sus gerentes, las interconexiones que mantienen;
son espacios rebosantes de significación que son necesario analizar para
comprender la epistemología comunicacional de una organización.
Sin embargo, la
comunicación es ajena a los bordes fijados por la organización, fluye libremente en redes de sentido sin
bordes. Se juega en las conversaciones de todos los días. Se pone en
evidencia en las prácticas, en los vínculos, en las redes de conversación. Se
evidencia en los estilos de liderazgo, en los equipos de trabajo, en
significados construidos como resultantes de las prácticas. Se hace presente
más allá de los mensajes emites en las carteleras, en las reuniones, en Intranet
y los diferentes medios de comunicación interna instituidos por la
organización.
Los seres humanos somos seres complejos que
establecemos relaciones multidimensionales. Es posible reflexionar sencillamente sobre la
complejidad de la comunicación analizando el vínculo que se establecen entre
compañeros de trabajo. Cada día comparten, palabras, gestos, charlas,
consignas, papeles escritos, comportamientos. Por cada jornada que trabajan
juntos intercambian cientos de unidades de información que incluyen lo dicho y
lo no dicho, aquello que se verbaliza y aquello que se actúa. Y esa relación
está enmarcada en una historia del vínculo, en un contexto que condiciona la
forma de comunicación que hay entre ellos. Cada uno de ellos ve la vida de
manera diferente, parte de diferentes intereses, posee diversas necesidades sobre
su lugar en la empresa, consideran que los conflictos tienen raíces diversas.
Retomo los bordes:
la comunicación por definición es resistente a los bordes. Tal intento sería
similar a tratar de contener un flujo de agua en una estructura estanca. Desborda, toma nuevos recorridos, construye
sentidos diferentes a los previstos.
¿Cómo abordar entonces la comunicación interna en
las organizaciones? Son necesarios menos espacios de certezas y más
espacios de encuentro, menos unidades de información transmitidas y más
vínculos construidos en conjunto, más interdisciplina para abordar los
proyectos comunicacionales y menos bordes recelosos de áreas, más riqueza en
los vínculos interpersonales y menos énfasis en distancias gerenciales.
Desde estas perspectivas, la tarea de quienes
trabajamos en comunicación se ubica en los cruces
y en los bordes. Cruces y bordes entre saberes, prácticas, sujetos, luchas
de poder, espacios y disciplinas que nos abren en nuestros propios límites para
permitirnos afrontar la complejidad de las organizaciones.
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